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Halloween

La puerta a los espíritus

Ya falta poco para que nos coloquemos nuestros disfraces más siniestros y salgamos a divertirnos y a tratar de asustar a algún que otro despistado.

¡Exacto! Ha llegado Halloween, la "noche del demonio", una fiesta muy arraigada en el mundo anglosajón y que cada vez goza de mayor popularidad en el resto de occidente. Y se celebra precisamente en el mismo momento en que el mundo cristiano recuerda a "Todos los Difuntos".

¿Coincidencia? En absoluto. ¿Pero cuál fue primero? Ninguna de las dos. Ambas celebraciones recogen una tradición celta mucho más antigua.

Según el calendario celta, Samhaín (el 1 de noviembre) correspondía al Año Nuevo, la primera celebración del año y el comienzo de un nuevo ciclo, justo cuando arranca la estación más oscura y Lugh, el dios solar celta, se dispone a permanecer bajo las tinieblas hasta la celebración de Imbolc (el 1 de febrero).

La noche de Samhaín estaba cargada de prodigios y fuerzas mágicas, pues era el momento en que las barreras que separaban el mundo de los mortales del Otro Mundo se disolvían y, por un tiempo, los seres de ambos lados podían encontrarse y comunicarse. Esto era especialmente peligroso para los mortales, blanco preferido del humor caprichoso de espíritus y duendes. Por eso trataban de evitarlos encendiendo lámparas y hogueras, y aplacaban sus caprichos agasajándolos con manjares. La versión moderna de este ritual son las golosinas que se entregan a los niños en el “truco o trato” (“trick or treat”).

Hay que aclarar que, para los pueblos celtas, el Otro Mundo no era tan sólo el reino de los muertos, sino también el de todo tipo de seres fantásticos: hadas, duendes, animales sagrados, deidades, héroes y demonios en su sentido más amplio.

De todos modos, a pesar de su carácter fantasmagórico, Samhaín, como Halloween, no era una fiesta sombría y lúgubre, pues, como puerta al nuevo año, se afrontaba con augurios de paz y prosperidad para el ciclo que comenzaba, y se comía y se bebía y se celebraba en comunidad.

A finales del siglo X, Odilon, cuarto abad de Cluny, proclamaba el 2 de noviembre como “Día de los Difuntos”, y como sucedió con otras fiestas y símbolos paganos, Samhaín fue asimilada por el cristianismo.

Durante la Edad Media, una época profundamente religiosa y supersticiosa, y de gran eclecticismo cultural, se multiplicarán los relatos acerca de aparecidos, la Santa Compaña, la Carroza de la Muerte y otros. Si uno no se guardaba de su visión, corría el peligro de pasar a formar parte de estas procesiones de almas en pena y acabar en el Otro Mundo, donde le esperaba, según algunas tradiciones, una cacería salvaje, o el mismo infierno según otras.

Con el transcurrir de los siglos y el avance del racionalismo en la cultura occidental, el 1 de noviembre fue perdiendo su carácter mágico en la conciencia colectiva, y en el orbe cristiano sólo quedó la costumbre de recordar a nuestros difuntos.

Calabazas

Como es lógico, aunque la fiesta sea celta, su larga tradición en Estados Unidos ha aportado algunos elementos propios, como las lámparas de calabazas.

En origen, la tradición de hacer lámparas en esta noche es irlandesa, pero en lugar de calabazas se utilizaban nabos, y su finalidad era la de espantar, con su luz, a los espíritus merodeadores. Se las llamaba Jack O’Lantern.

Los colonos irlandeses llevaron esta costumbre al Nuevo Mundo, cambiando los nabos por las calabazas autóctonas.

La calabaza es símbolo de abundancia y de fecundidad, de reproducción, de prosperidad y de buena salud.

 

Para mí, lo más especial de esta fiesta es su carácter intemporal y eterno, que ha viajado a través de todos nuestros siglos de historia, adaptándose y conviviendo con todas las culturas. No hay contradicción alguna en visitar y llevar flores a nuestros seres queridos al cementerio por la mañana y plantarnos el disfraz de bruja o de esqueleto y salir a conjurar espíritus por la noche. Al fin y al cabo, todo responde a un mismo sentimiento: celebrar la vida y decirle al invierno que estamos preparados para sus rigores.

¡Feliz Halloween a todos! Y cuidado con los espíritus burlones.

 

Fuentes

  • C. Scott LittletonMitología. Antología ilustrada de mitos y leyendas del mundo.
  • Jesús Ávila GranadosLa mitología celta. Raíces y símbolos mágicos de la primera cultura europea.
  • Philippe WalterMitología cristiana. Fiestas, ritos y mitos de la Edad Media.
  • Angelo de GubernatisMitología de las plantas. Leyendas del reino vegetal. Botánica especial.
  • Rowena y Rupert Shepherd1000 símbolos. Lo que significan las formas en el arte y el mito.